Skip to main content

Ruta por el camino de Matatoros: una aproximación a las haciendas de Pie Solo, La Soledad o Nueva, Los Jiménez y la Cruz de Otivar.

Este humilladero, conocido como Cruz de Otivar, marcaba el nacimiento de un antiguo manantial / Fotos del reportaje: Francisco Gavira

Nuestro recorrido, de 7,2 kilómetros, comienza en los aparcamientos que existen junto al cementerio de Alcalá. Allí dejaremos el coche. También podemos iniciar la ruta a pie, desde la zona urbana, cruzando por la pasarela que sirve para acceder al lugar. A continuación, por la vía de servicio, en dirección a Sevilla, tomaremos la primera perpendicular, bautizada, en su primer tramo, como calle de Cuchipanda Cuatro. Un nombre desafortunado, ya que siempre se ha conocido como camino de Matatoros.

Exterior de la desaparecida hacienda de Pie Solo

El primer tramo se encuentra completamente transformado. La presencia de varias actividades empresariales, en una urbanización con deficiencias llamativas, pone de manifiesto la ausencia del gobierno local en el área. Cincuenta años atrás, al cruzar la carretera nacional, hoy A-92, se mostraba ante nosotros una inmensa vaguada. A nuestra izquierda nos encontrábamos con un olivar que había pertenecido a Gavira. A continuación, el cerro de El Rubio Tetitas y el olivar de Vicente la Prieta. Más adelante, sobre el alcor, la hacienda almenada de Pie Solo.

En la cornisa, la presencia de acebuches, carrascas, lentiscos, cornicabras, pitas, esparragueras y una importante fauna, donde el lagarto ocelado y las serpientes campeaban junto a los conejos, mostrando una estampa muy atractiva y sugerente, especialmente para los niños que pateábamos la zona con nuestro padre en busca de espárragos, caracoles o el “bicho toba”, que utilizábamos para cazar pajaritos con las costillas. También existían varias cuevas. En una de ellas vivió un personaje llamado El Maleno.

Continuando nuestro camino nos encontrábamos con un eucaliptal. Allí, con mi hermano Antonio y mi padre acudíamos para hacer cisco, que se vendía o utilizaba para calentarnos en casa. Le seguía una huerta de naranjos. Eucaliptal y huerta pertenecían a la hacienda de Pie Solo. En la máxima cota prosperaba el maíz, los tomates y los melones de secano. Hoy sería imposible verlos allí debido a la pérdida de nivel freático.

En la margen derecha de la vaguada, una vez que cruzábamos la carretera, teníamos el olivar de Los Leones, seguido del olivar del Pelao Churralá y los naranjos de Enrique Gutiérrez, conocidos como la huerta de El Chicho, que era su casero. Al fondo de la margen derecha, los cerros de Piedra Hincada. Un paisaje devorado por la maquinaria extractiva de la cementera y que solo permanece en la retina de unos pocos.

Sin dejar el camino, el olivar de Manuel Campos y otro de Berruguete, donde se encuentra hoy la chatarrería de Riquito. A continuación, los naranjos de la huerta de El Negro, desde donde parte el camino de las huertas de Chuchal. Continuando, llegaremos a la bifurcación desde donde parte el camino de Pero Mingo. Nosotros seguiremos de frente, dejando atrás el olivar de El Capitán, hoy de Calabozo, el de Los Palomos y el de Chacón.

Cruz de Otivar

Al pie del camino se yergue la Cruz de Otivar. Cuenta la leyenda que la mujer de la Hacienda de los Jiménez mandó a su hijo a por pimientos y otras hortalizas que sembraban junto a un pequeño huerto que existió en el lugar. Al ver que el niño tardaba demasiado lo buscaron y lo encontraron ahogado en el pozo. En su memoria se levantó la cruz. Aún recuerdo el agua manando al pie del monolito, las zarzas, el mastranto, los carrizos y otras plantas, que le daban al lugar un encanto especial.

Continuando nuestra ruta, a pocos metros de la cruz, un camino perpendicular nos dejará en la misma entrada de la Hacienda de la Soledad o Nueva. Nosotros siempre la conocimos como la Hacienda Nueva. En la puerta se apostaban unos respetables perros, encadenados, que disuadían la curiosidad de los que pasábamos por allí.

Estamos ante una de las más imponentes haciendas de olivar de la provincia de Sevilla, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, según investigación de las doctoras María Parias y Mercedes Gamero. Posiblemente, constituye la continuidad de la presencia humana en la zona, al menos desde época romana. Los restos cerámicos esparcidos por las inmediaciones así lo atestiguan.

Los orígenes de la Hacienda de la Soledad se remontan al siglo XVI

A pocos metros, pasa la carretera A-8026. La cogeremos en dirección a Mairena del Alcor. A unos 450 metros, tomaremos de regreso el camino de Pero Mingo, no sin antes pararnos en la Hacienda de Los Jiménez, que en tiempos fue un lagar, una venta y el epicentro de otra leyenda, la del Tío Bigotes, narrada por Antonio Gavira Albarrán en un estupendo artículo publicado en el blog de Los Alcores Parque Cultural Ya.

Ruinas de la Hacienda de los Jiménez, epicentro de la leyenda del Bigotes

Estamos ante una hacienda que se organiza en torno a un patio central y un pozo. A la izquierda de la entrada cuenta con una torre almenada, seguida de una dependencia, en la que, aún hoy, se conservan grandes tinajas empotradas en el suelo. A destacar, varios arcos que dividían el espacio en dos naves. A la derecha, las dependencias destinadas a las labores agrícolas. Al fondo, la vivienda que disponía de una entrada propia, que la comunicaba con el camino de Pero Mingo.

Una vez dejemos la Hacienda de los Jiménez, continuaremos por el camino que nos conducirá al de Matatoros para regresar al punto de partida.

Francisco Gavira Albarrán

Mapa de la ruta de Matatoros

41500.info

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.