Ruta: Antonio Gavira Albarrán / Fotos: Antonio y Francisco Gavira Albarrán
La ruta de hoy tiene unos seis kilómetros. Es circular y de una duración de tres o cuatro horas, dependiendo de las paradas para disfrutar de las vistas. La dificultad es baja.
Saldremos de la plaza de El Perejil para cruzar el río Guadaíra a través del puente de Jesús Nazareno, conocido popularmente como “puente romano”. Luego giraremos a la derecha para tomar el camino de La Retama. Este es un camino amplio y cómodo de andar, que nos irá llevando –entre olivos, naranjos, pinos, encinas, etcétera–hacia los cerros que vamos a visitar.
Dejaremos atrás la antigua estación de bombeo, construida por la compañía de aguas inglesa a finales del siglo XIX, y el arroyo de El Negro. Frente a nosotros se encuentra el cerro de Las Pedreras. El camino gira a la derecha y posteriormente a la izquierda, y, al poco, ya entre eucaliptos, nos encontramos con un cruce.
Giramos a la derecha y vemos delante de nosotros el cerro de La Fuensanta, el más bajo de los tres que vamos a visitar. Avanzamos unos metros y abandonamos el camino, tomando una pequeña senda que va acompañando al cerro por la izquierda, el sur. Pronto llegamos a una valla, tras la cual se encuentra un pequeño olivar. En este punto giraremos a la derecha y comenzaremos un suave ascenso hasta coronar el cerro. Aunque se trata del mirador con menor altura, las vistas del Castillo y la Torre Gorda, las cuevas trogloditas, que se están ocupando nuevamente, y del río, no dejan de ser interesantes.
Continuamos con la ruta bajando por la zona norte. Un carril nos lleva hacia la rotonda del puente del Dragón. Cruzamos en dirección al cerro de Villalba [i] y lo rodeamos, dejando a la derecha la fuente de La Judía –una bóveda sobre el suelo– y los molinos de Vadalejos, algo más abajo. Entramos en un corredor con un gran farallón a la izquierda, donde podemos ver helechos –cosentinia vellea subsp.–, y a la derecha almeces. Al salir aparece frente a nosotros el molino de Realaje y el edificio de El Adufe. Tomamos el camino que asciende a nuestra izquierda [ii]. Este camino tiene un pequeño repecho en mal estado. Al poco de pasarlo, debemos tomar a la izquierda, dejando el camino, y comenzamos la suave subida hacia el mirador del cerro de Villalba.
El cerro de Villalba ofrece una nueva perspectiva del Castillo, el río y el puente del Dragón. Si avanzamos un poco hacia el suroeste podemos ver cómo este cerro baja en forma de talud hacia una llanura que lo separa del cerro de La Fuensanta y el de Los Ángeles. Se trata en realidad de un antiguo meandro del río Guadaíra abandonado por este hace miles de años.
El cerro de Villalba está recorrido por un camino que discurre en dirección oeste que nos irá llevando hacia la zona más elevada de nuestro recorrido, unos 72 m.s.n.m., si nos desviamos del camino hacia la derecha, como si fuésemos en dirección a Sevilla, iremos descendiendo suavemente hasta toparnos con la valla que separa a la finca de Los Ángeles. Desde este lugar tendremos unas magníficas vistas de la ciudad de Sevilla, los polígonos industriales, olivares y tierras de labor que se extienden hasta Torrequinto, El Acebuchal y el río Guadaíra, con sus aguas y arboledas, y en cuyo margen derecho podemos ver los restos del molino de Pelay Correa.
Junto a la valla podemos ver una pequeña senda. Nosotros la tomamos en dirección sur e iremos junto a esta, hasta tener nuevamente a nuestros pies el meandro abandonado del río. Vemos que junto a la valla aparece una empinada cuesta destrozada por las motocicletas y los quads. Subimos la pendiente que nos llevará hasta el cerro de Los Ángeles.
Pronto, el camino comienza un ligero descenso hacia una carretera. Para poder sortear el obstáculo podemos aprovechar un paso de aguas de unos 1,80 m. de altura que atraviesa esta vía y así salimos junto a un olivar. Rodeamos el olivar y llegaremos a un pozo, cuyas escaleras de bajada están esculpidas en la roca de albero. Si avanzamos junto a los restos de un seto, llegaremos a unas pequeñas encinas, Quercus rotundifolia. Una pequeña senda discurre por el eucaliptal, desembocando en un camino. Lo cruzamos e iniciamos el ascenso al último cerro que visitaremos hoy, el de Las Pedreras.
Este mirador excepcional nos permitirá tener una panorámica del meandro del río Guadaíra, la Puerta de La Barqueta, el puente de Jesús Nazareno o puente romano, el Calvario y, especialmente, El Arrabal y el Castillo de Alcalá, con las corachas, la Torre Gorda y el santuario de Nuestra Señora del Águila coronando el conjunto.
Tras un merecido descanso, disfrutando del entorno, tomamos a la izquierda y bajamos nuevamente por una pequeña senda que nos dejará en el camino de La Retama y nos conducirá hasta nuestro punto de partida.
[i] En este punto se encuentra el depósito subterráneo de La Fuensanta.
[ii] En la zona se localiza una de las galerías que existen en la zona de la Retama.