Cortijo Algarvejo / Fotos: Antonio y Francisco Gavira
Hoy nos desplazamos a uno de los lugares más remotos y desconocidos de nuestro término municipal, aunque no por ello menos atractivo. El recorrido es de siete kilómetros, fáciles de realizar.
Desde Alcalá de Guadaíra tomaremos la A-360, en dirección a Morón de la Frontera. En el punto donde cruza la Cañada de Piedra Hincada, usurpada en todo su trazado [i], giraremos a la izquierda para dejar allí estacionado el coche. En la parte derecha de la carretera, al pie de la vía pecuaria, se encuentra el Caserío de Los Garrotales o de San Francisco, que lo veremos desde el lugar donde hemos aparcado.
Los primeros 280 metros transcurren por la cañada. En la margen izquierda prosperan chumberas, encinas, acebuches y lentiscos junto a unas piedras de acarreo procedentes de una cantera aneja, hoy sin actividad. El conjunto forma un perfecto refugio para la fauna que, posiblemente, ya la empecemos a ver. En la margen derecha, unos travesaños de ferrocarril la separan de unas hazas que, habitualmente, se siembran de cereal. Según los mapas topográficos, hasta 1918, también formaban parte de una gran dehesa que, desde el cortijo del Algarvejo, se prolongaba por el término municipal de Los Molares [ii].
Continuaremos al pie del interesante padrón, hasta llegar a una cancela que traspasaremos si contamos con el permiso de la propiedad. Los siguientes 400 metros transcurren por la referida cantera, que ha vuelto a ser colonizada por la vegetación. Allí, lo primero que nos encontramos, a nuestra derecha, son unos olivos y, a continuación, un pequeño talud de arranque de material. Al salir de lo que fue una cantera, la senda va girando a la derecha, a veces imperceptible, en busca de una suave vaguada. A 300 metros, a la izquierda, nos saldrá un camino que no debemos tomar, ya que conduce a unas casillas que veremos en lo alto de una loma, se trata de la Casilla de San Allén, según el mapa topográfico de 1945, o Casilla de San Alberto, como se le nombra en la planimetría actual y así lo atestiguan los azulejos de su fachada.
Nosotros continuaremos ascendiendo entre lentiscos, retamas, carrascas –coscojas– y gran variedad de herbáceas. Es de destacar, por su tamaño y buena salud, la que quizás sea el mejor ejemplar de coscoja, quercuscoccifera, de Alcalá.
A lo lejos, en dirección a las casillas, unos eucaliptos sirven de posadero al águila imperial, que la hemos visto compartir rama con unos cuervos [iii]. Tenemos que resaltar, cómo no, que estamos en uno de los pocos lugares de avistamiento de la rapaz en nuestro término municipal. Dos factores pueden haber influido: por una parte, lo apartado del lugar y, por otro, la abundancia de conejos que, sin duda, nos saldrán al paso.
Continuaremos subiendo y, casi sin darnos cuenta, vamos a internarnos en un núcleo de encinas dispersas, recuerdo de lo que fueron, con seguridad, mejores tiempos para la dehesa, que es nombrada en la cartografía como de Los Garrotales y El Coto, este último nombre utilizado para la zona donde ya nos encontramos.
De esta manera, y después de unos 800 metros desde que dejamos la cantera, daremos con un imponente lentiscar que, sin duda, también es el mejor conservado en Alcalá. A lo largo del tramo recorrido se aprecian los efectos de un importante incendio, que la vegetación restaura al recuperarse. Poco a poco, continuamos avanzando, dejando el lentiscar a nuestra izquierda y unos olivos nuevos a la derecha, un territorio que, hasta hace muy pocos años, formaba parte de la dehesa, como así lo atestiguan algunas encinas sobrevivientes entre los garrotes.
Cuando salgamos a un camino de servidumbre, lo tomaremos a la derecha. Durante 700 metros, de casi imperceptible ascenso, estaremos flanqueados por tierra calma y un olivar a nuestra derecha. En este punto, merece la pena volver la vista atrás para tener una visión del perfil del lentiscar y la sierra de Espartero como telón de fondo. De este modo, entraremos en una pequeña dehesa, en lo que se denomina haza de la Higuera. La dehesa la iremos bordeando durante 600 metros, hasta conectar con el paso sobre la vía del ferrocarril Utrera-Marchena, que no traspasaremos.
Nosotros continuaremos, durante un kilómetro, dejando la vía del tren a nuestra derecha. Desde allí podemos divisar, al otro lado de la vía, el cortijo de San Jorge del Algarvejo, en cuyo entorno tenemos tres topónimos de interés: Los Pajares, Torrecilla y Palomar Alto, que nos motivan para seguir investigando sobre el lugar.
El cortijo de San Jorge del Algarvejo –nosotros lo llamamos del Algarabejo [iv]– tiene su origen a principios del siglo XVI, como así lo muestra unos “contratos de segadores de 1519, de lo que entonces se denominaba donadío del Algarvejo” [v]. No obstante, fue tierra de propios, “subastada y rematada, en 1586, a favor de Martínez de Jáuregui en 23.350 ducados. La finca no acaba de perfilarse como una gran explotación agrícola y es vendida en 1612, en 18.000 ducados, a Inés Dávila, quién, por incitación de su marido, el mismo año de la compra, la dona a los jesuitas de Sevilla”[vi]. Luego pasaría a Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII Duque de Alba, que intervino en la expulsión de los jesuitas, adquiriendo un buen número propiedades de la compañía. En ese momento, “tenía algo más de mil cuatrocientas hectáreas, costando la enorme suma de casi millón y medio de maravedís” [vii]. En 1905 era propiedad de don Francisco de los Ríos Jiménez, y hoy es de don Carlos Aguilar, conde de Aguilar [viii].
Estamos ante un cortijo donde sobresalen, su inusual arquitectura, que lo asemeja a las haciendas de olivar y una capilla que cuenta con un retablo realizado por Luis de Vilches en 1740 y dos pinturas de Bernardo Lorente Germán [ix].
Si contásemos con la autorización para visitar el cortijo, cruzaríamos el primer paso de la vía del ferrocarril, y tomaríamos, a la izquierda, un camino que conduce hasta el mismo caserío. Después de la visita, regresaríamos por el segundo paso, ya por el camino de El Coronil.
Estamos en el camino público que unía las localidades de Alcalá de Guadaíra, Los Molares y El Coronil. En el primer tramo tenemos tierra calma a ambos lados, luego nos acompañarán los olivos a la margen derecha, hasta un cruce [x]. Nosotros continuaremos de frente, dejando la casilla de San Alberto a la izquierda, siguiendo un padrón de unos 700 metros, catalogado como elemento del paisaje en el Sistema de Información Geográfica de Parcelas Agrícolas, ya que conserva lentiscos, palmas, encinas, retamas… visibles desde la carretera. Así, llegaremos nuevamente a la antigua cantera, que la cruzaremos, para salir por la misma cancela, hasta llegar a la vía pecuaria Cañada de Piedra Hincada y a nuestro coche.
[i] Se deslinda por Resolución de 12 de noviembre de 2003, de la Secretaría General Técnica, de la consejería actual de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible.
[ii] En 1918, la dehesa, ya muy menguada, contaba, en nuestro término municipal, con más de 320 ha. Hoy conserva 83 ha, muy deterioradas y amenazadas por la agricultura.
[iii] El día de la ruta pudimos ver: águila imperial A adalberti, perdiz roja A rufa, ratonero B buteo, aguilucho lagunero C aeruginosus, pardillo C cannabina, jilguero C carduelis, verderón C chloris, buitrón C juncidis, paloma torcaz C palumbus, triguero E calandra, cernícalo vulgar F tinnunculus, cogujada común G cristata, golondrina H rustica, alcaudón común L senator, collalba gris O oenanthe, carbonero común P major, colirrojo real P phoenicurus, pito real P viridis, tórtola turca S decaocto, curruca cabecinegra S melanocephala, tarabilla común S rubicola, tórtola europea S turtur, mirlo T merula, lagarto ocelado T lepidus, zorro V vulpes, conejo O cuniculus.
[iv] Hemos tomado el nombre de San Jorge del Algarvejo, que es el utilizado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, en base a la documentación histórica del cortijo; Álvaro Recio Mir, lo nombra Algarbejo; lo mismo que el mapa del Instituto Geográfico de 1872 y el mapa topográfico de 1945; en las Memorias Históricas de la Villa de Alcalá de Guadaíra, el Padre Flores lo nombra como Algaravejo y Algarabejo. En el Catálogo de Caminos del Término de Alcalá de Guadaíra, aparece como Algarabejo; el Sigpac utiliza Algarvejo y Algarbejo; Miguel Artola, lo nombra como Algarabejo y Algarabejos; Pascual Madoz, lo nombra Algarbe; Cuando lo adquiere el XII duque de Alba se le nombra como Algaraviejo…
[v] Guía digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico.
[vi] Artola, Miguel y otros: El Latifundio. Propiedad y explotación. Siglos XVIII-XX.Series Estudios. Ministerio de Agricultura. Secretaría General Técnica, 1978, pág. 96. Que, erróneamente, sitúa el cortijo en el término municipal de Utrera, con toda probabilidad debido a la pertenencia de Alcalá a su partido judicial hasta hace muy pocos años.
[vii] Recio Mir, Álvaro: “Notas Sobre el Cortijo del Algarbejo de Alcalá de Guadaira y el Retablo de su Capilla”. En: Laboratorio de Arte. 2002. Núm. 14. Págs. 85-106.
[viii] Cortijos, Haciendas y lagares. Provincia de Sevilla. Tomo 1, pág. 330.
[ix] Recio Mir, Álvaro: “Notas Sobre el Cortijo del Algarbejo de Alcalá de Guadaira y el Retablo de su Capilla”. En: Laboratorio de Arte. 2002. Núm. 14. Págs. 85-106.
[x] Catálogo de caminos de Alcalá de Guadaíra y cartografía histórica. En el cruce, cuando finalizan los olivos de la derecha, el camino continuaba de frente hasta desembocar en Casa de Los Garrotales o de San Francisco. Hoy gira a la derecha, formando un ángulo recto, para desembocar en la carretera A-360.